EFE-. Unas 3.780 viviendas fueron dañadas por el intenso tornado que azotó La Habana hace poco más de una semana, un registro que aumenta por días y suma hasta ahora 372 derrumbes totales, según datos del Ministerio de la Construcción publicados este martes en medios oficiales cubanos.
Del reporte inicial de 1.238 hogares afectados, el recuento ascendió a 1.900 y hoy ya roza los 4.000, incluidos 518 derrumbes parciales en los distritos habaneros de Diez de Octubre, Regla, Guanabacoa, Habana del Este y San Miguel del Padrón, donde el fenómeno dejó seis muertos y cientos de heridos.
Los techos destruidos sobrepasan los 500, mientras que los derrumbes parciales de cubierta suman más de 1.080, informó el titular de la Construcción, René Mesa, en una reunión del Consejo de Ministros celebrada ayer lunes, reseña el diario estatal Granma.
Señaló el ministro que ya han comenzado a comercializar materiales de construcción a los afectados y se trabaja en adaptar locales sin uso como alojamiento transitorio para quienes perdieron sus hogares debido al tornado, que golpeó por sorpresa a La Habana el 27 de febrero con vientos que superaron los 300 kilómetros por hora.
La pérdida de estas edificaciones, muchas de ellas en buen estado antes del desastre, complica aún más la delicada situación de la vivienda en Cuba, donde existe un déficit de casi un millón de hogares y la mayoría de las casas en pie necesitan reparaciones.
Diez de Octubre, uno de los municipios habaneros más afectados, es uno de los distritos con mayor densidad de población de la capital cubana, que a su vez es la región más poblada de la isla.
Tras el tornado, el Gobierno cubano decidió vender a mitad de precio los materiales de construcción destinados a los damnificados y entregarlos gratis a las familias con escasos ingresos.
De 1.600 peticiones para adquirir materiales, 412 damnificados ya han completado sus compras, refirió por su parte la ministra del Comercio Interior, Betsy Díaz.
El desastre ha provocado una inédita movilización voluntaria entre los cubanos de dentro y fuera de la isla, que se han organizado de manera espontánea para llevar ayuda a las víctimas sin esperar al Estado cubano, que hasta ahora acostumbraba a centralizar la ayuda humanitaria tras un desastre natural.
Del reporte inicial de 1.238 hogares afectados, el recuento ascendió a 1.900 y hoy ya roza los 4.000, incluidos 518 derrumbes parciales en los distritos habaneros de Diez de Octubre, Regla, Guanabacoa, Habana del Este y San Miguel del Padrón, donde el fenómeno dejó seis muertos y cientos de heridos.
Los techos destruidos sobrepasan los 500, mientras que los derrumbes parciales de cubierta suman más de 1.080, informó el titular de la Construcción, René Mesa, en una reunión del Consejo de Ministros celebrada ayer lunes, reseña el diario estatal Granma.
Señaló el ministro que ya han comenzado a comercializar materiales de construcción a los afectados y se trabaja en adaptar locales sin uso como alojamiento transitorio para quienes perdieron sus hogares debido al tornado, que golpeó por sorpresa a La Habana el 27 de febrero con vientos que superaron los 300 kilómetros por hora.
La pérdida de estas edificaciones, muchas de ellas en buen estado antes del desastre, complica aún más la delicada situación de la vivienda en Cuba, donde existe un déficit de casi un millón de hogares y la mayoría de las casas en pie necesitan reparaciones.
Diez de Octubre, uno de los municipios habaneros más afectados, es uno de los distritos con mayor densidad de población de la capital cubana, que a su vez es la región más poblada de la isla.
Tras el tornado, el Gobierno cubano decidió vender a mitad de precio los materiales de construcción destinados a los damnificados y entregarlos gratis a las familias con escasos ingresos.
De 1.600 peticiones para adquirir materiales, 412 damnificados ya han completado sus compras, refirió por su parte la ministra del Comercio Interior, Betsy Díaz.
El desastre ha provocado una inédita movilización voluntaria entre los cubanos de dentro y fuera de la isla, que se han organizado de manera espontánea para llevar ayuda a las víctimas sin esperar al Estado cubano, que hasta ahora acostumbraba a centralizar la ayuda humanitaria tras un desastre natural.
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