Ginebra, (EFE) -. La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha comenzado, al menos en el plano político, alimentando una incertidumbre que podría tener efectos nefastos en la economía y el comercio mundiales y que hace que cualquier pronóstico sobre su evolución sea muy incierto, advirtió hoy la OMC.
"Políticamente debemos estar viendo su inicio (de la guerra comercial) y eso es exactamente lo que he pedido a los miembros (de la OMC) que intenten evitar", tuvo que reconocer el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el brasileño Roberto Azevêdo, en una rueda de prensa.
Enfatizó, sin embargo, que "técnicamente" esa situación todavía no es una realidad, puesto que ciertas medidas restrictivas anunciadas por Estados Unidos -y que afectan en particular a China- todavía no han empezado a aplicarse.
Azevêdo efectuó estos comentarios en la presentación a la prensa del informe anual de la OMC sobre las perspectivas comerciales mundiales, que pronostica un 4,4 % de crecimiento del comercio mundial para este año, tres décimas menos que en 2017.
Esa evolución se moderará relativamente en 2019 para situarse en torno al 4 %, por debajo de la media de 4,8 % registrado desde los años noventa, pero claramente por encima de la media del 3 % del periodo posterior a la crisis financiera y económica que se declaró en 2008.
El comercio internacional de mercancías tocó fondo en 2016, año en que su crecimiento apenas alcanzó el 1,8 %, pero desde entonces la recuperación ha sido sostenida.
Sin embargo, el informe de la OMC reconoce que todos los pronósticos son "sumamente inciertos" debido a que la incertidumbre ha ganado terreno, no sólo por la guerra comercial en ciernes, sino también porque las tensiones geopolíticas se han disparado.
"A nosotros, como organización, nos preocupa el resultado final de esta situación. Si vemos un aumento de las tensiones y de amenazas aquí y allí, es probable que la volatilidad de los mercados se acentúe", sostuvo Azevêdo.
La imposibilidad de hacer predicciones serias -agregó- desalentará las inversiones, lo que a su vez tendrá un impacto negativo en el crecimiento económico y la creación de empleo.
La incipiente guerra comercial fue lanzada por EEUU con su anuncio de una subida de los aranceles al aluminio y el acero, en un 10 % y 25 %, respectivamente, al que siguió una medida similar que afectará a 1.300 productos de China que incluyen tecnología punta.
Ante ello China respondió con una serie de contramedidas a EEUU.
El Gobierno de Pekín ha solicitado además en la OMC sendas consultas a EEUU sobre ambas medidas, el primer paso de lo que se prevé será una larga batalla jurídica que tendrá que ser resuelta por separado por grupos de arbitraje de la organización, a menos que Washington rectifique.
La OMS teme ahora que la situación creada tenga tales repercusiones que "anule" los progresos en materia de crecimiento en todas las regiones del mundo.
"Lo último que necesita la economía mundial es un ciclo de represalias. La mejor manera de abordar los acuciantes problemas comerciales que afrontan los miembros de la OMC es mediante una acción colectiva", sostuvo Azevêdo.
Tras más de un año sin embajador, la misión de EEUU ante la OMC en Ginebra ha vuelto a tener recientemente uno con la llegada de Dennis Shea, quien fue vicepresidente de una comisión del Congreso dedicada a evaluar cada año las relaciones económicas, comerciales y de seguridad con China.
Azevêdo dijo hoy que tuvo una primera reunión con Shea y que lo que le dijo se ajusta a las posiciones expresadas por otros altos funcionarios de la Administración estadounidense con los que se ha reunido antes.
"Según entiendo, su compromiso se mantiene" con la OMC, declaró el responsable de la organización.
Preguntado sobre cómo ve el rol de China en la organización, Azevêdo resaltó el compromiso que ese país ha mostrado desde su adhesión en 2001 a la OMC, y confesó que espera que mantenga esa actitud y que Pekín discuta con el resto de miembros "los asuntos que han sido planteados sobre sus prácticas y regulaciones".
"Felicito la disposición del Gobierno de China de sentarse a la mesa y de discutir estas cuestiones seriamente", declaró.
"Políticamente debemos estar viendo su inicio (de la guerra comercial) y eso es exactamente lo que he pedido a los miembros (de la OMC) que intenten evitar", tuvo que reconocer el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el brasileño Roberto Azevêdo, en una rueda de prensa.
Enfatizó, sin embargo, que "técnicamente" esa situación todavía no es una realidad, puesto que ciertas medidas restrictivas anunciadas por Estados Unidos -y que afectan en particular a China- todavía no han empezado a aplicarse.
Azevêdo efectuó estos comentarios en la presentación a la prensa del informe anual de la OMC sobre las perspectivas comerciales mundiales, que pronostica un 4,4 % de crecimiento del comercio mundial para este año, tres décimas menos que en 2017.
Esa evolución se moderará relativamente en 2019 para situarse en torno al 4 %, por debajo de la media de 4,8 % registrado desde los años noventa, pero claramente por encima de la media del 3 % del periodo posterior a la crisis financiera y económica que se declaró en 2008.
El comercio internacional de mercancías tocó fondo en 2016, año en que su crecimiento apenas alcanzó el 1,8 %, pero desde entonces la recuperación ha sido sostenida.
Sin embargo, el informe de la OMC reconoce que todos los pronósticos son "sumamente inciertos" debido a que la incertidumbre ha ganado terreno, no sólo por la guerra comercial en ciernes, sino también porque las tensiones geopolíticas se han disparado.
"A nosotros, como organización, nos preocupa el resultado final de esta situación. Si vemos un aumento de las tensiones y de amenazas aquí y allí, es probable que la volatilidad de los mercados se acentúe", sostuvo Azevêdo.
La imposibilidad de hacer predicciones serias -agregó- desalentará las inversiones, lo que a su vez tendrá un impacto negativo en el crecimiento económico y la creación de empleo.
La incipiente guerra comercial fue lanzada por EEUU con su anuncio de una subida de los aranceles al aluminio y el acero, en un 10 % y 25 %, respectivamente, al que siguió una medida similar que afectará a 1.300 productos de China que incluyen tecnología punta.
Ante ello China respondió con una serie de contramedidas a EEUU.
El Gobierno de Pekín ha solicitado además en la OMC sendas consultas a EEUU sobre ambas medidas, el primer paso de lo que se prevé será una larga batalla jurídica que tendrá que ser resuelta por separado por grupos de arbitraje de la organización, a menos que Washington rectifique.
La OMS teme ahora que la situación creada tenga tales repercusiones que "anule" los progresos en materia de crecimiento en todas las regiones del mundo.
"Lo último que necesita la economía mundial es un ciclo de represalias. La mejor manera de abordar los acuciantes problemas comerciales que afrontan los miembros de la OMC es mediante una acción colectiva", sostuvo Azevêdo.
Tras más de un año sin embajador, la misión de EEUU ante la OMC en Ginebra ha vuelto a tener recientemente uno con la llegada de Dennis Shea, quien fue vicepresidente de una comisión del Congreso dedicada a evaluar cada año las relaciones económicas, comerciales y de seguridad con China.
Azevêdo dijo hoy que tuvo una primera reunión con Shea y que lo que le dijo se ajusta a las posiciones expresadas por otros altos funcionarios de la Administración estadounidense con los que se ha reunido antes.
"Según entiendo, su compromiso se mantiene" con la OMC, declaró el responsable de la organización.
Preguntado sobre cómo ve el rol de China en la organización, Azevêdo resaltó el compromiso que ese país ha mostrado desde su adhesión en 2001 a la OMC, y confesó que espera que mantenga esa actitud y que Pekín discuta con el resto de miembros "los asuntos que han sido planteados sobre sus prácticas y regulaciones".
"Felicito la disposición del Gobierno de China de sentarse a la mesa y de discutir estas cuestiones seriamente", declaró.
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