Panamá (EFE)-. El papa Francisco animó ayer a los jóvenes de todo el mundo presentes en la ceremonia de bienvenida de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Panamá a seguir cultivando la "cultura del encuentro" para desautorizar a quienes siembran división y excluyen a los que "no son como nosotros".
El pontífice participó en la ceremonia de la JMJ celebrada en la Cinta Costera de Panamá y considerada la fiesta central de este acto católico que congregó a unos 150.000 jóvenes, entre ellos unas 85.000 peregrinos llegados de todo el mundo
Recordó que los jóvenes en la preparación de este evento han sido "verdaderos maestros y artesanos de la cultura del encuentro", una de las ideas que repite Bergoglio en sus discursos.
A estos jóvenes, sobre todo procedentes de Latinoamérica y muchos de ellos inmigrantes, alabó que "con sus gestos y actitudes, con sus miradas, sus deseos y especialmente con su sensibilidad desmienten y desautorizan todos esos discursos que se concentran y se empeñan en sembrar división, en excluir o expulsar a los que 'no son como nosotros'".
En una ceremonia protagonizada por las representaciones de los varios países y tradiciones con canciones y bailes, Francisco recordó que vienen de culturas y pueblos diferentes, hablan lenguas diferentes, pero que nada de ello le pidió encontrarse, sentirse felices y estar juntos.
"Y esto porque tienen ese olfato que sabe intuir que 'el amor verdadero no anula las legítimas diferencias, sino que las armoniza en una unidad", dijo citando una homilía de Benedicto XVI y pidió un fuerte aplauso para el papa emerito.
Encontrarse, dijo el pontífice desde el enorme palco en la Cinta Costera, "no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo o vivir todos iguales haciendo y repitiendo las mismas cosas, escuchando la misma música o llevando la camiseta del mismo equipo de fútbol. No, eso no".
Francisco señaló que "la cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos".
También el papa tuvo palabras cariñosas para los jóvenes indígenas que hicieron el "caminó de América" y para los jóvenes afrodesdencientes.
El pontífice que llegó este miércoles a Panamá, animó a los jóvenes a ir adelante para renovar la Iglesia, aunque "no para crear una Iglesia paralela un poco más 'divertida' o "'cool'".
Habló del sacrificio que realizaron para poder participar en esta Jornada y les dijo: "Hoy podemos "estar de rumba, porque esta rumba comenzó hace ya mucho tiempo en cada comunidad".
Jorge Bergoglio indicó que lo que mantiene unido a estos jóvenes es el amor del Señor que "no 'patotea' ni aplasta, un amor que no margina que no se calla, un amor que no humilla ni avasalla".
Francisco deseo que lo más esperanzador que salga de esta JMJ "no sea un documento o un programa que ejecutar", sino los rostros y los corazones de estos jóvenes "llenos del Espíritu Santo para recordar y mantener vivo ese sueño que nos hermana y que estamos invitados a no dejar que se congele en el corazón del mundo: allí donde nos encontremos".
El papa argentino concluyó deseando que "Panamá hoy sea no solamente un canal que une mares, sino también canal donde el sueño de Dios siga encontrando cauces para crecer y multiplicarse e irradiarse en todos los rincones de la tierra".
El pontífice participó en la ceremonia de la JMJ celebrada en la Cinta Costera de Panamá y considerada la fiesta central de este acto católico que congregó a unos 150.000 jóvenes, entre ellos unas 85.000 peregrinos llegados de todo el mundo
Recordó que los jóvenes en la preparación de este evento han sido "verdaderos maestros y artesanos de la cultura del encuentro", una de las ideas que repite Bergoglio en sus discursos.
A estos jóvenes, sobre todo procedentes de Latinoamérica y muchos de ellos inmigrantes, alabó que "con sus gestos y actitudes, con sus miradas, sus deseos y especialmente con su sensibilidad desmienten y desautorizan todos esos discursos que se concentran y se empeñan en sembrar división, en excluir o expulsar a los que 'no son como nosotros'".
En una ceremonia protagonizada por las representaciones de los varios países y tradiciones con canciones y bailes, Francisco recordó que vienen de culturas y pueblos diferentes, hablan lenguas diferentes, pero que nada de ello le pidió encontrarse, sentirse felices y estar juntos.
"Y esto porque tienen ese olfato que sabe intuir que 'el amor verdadero no anula las legítimas diferencias, sino que las armoniza en una unidad", dijo citando una homilía de Benedicto XVI y pidió un fuerte aplauso para el papa emerito.
Encontrarse, dijo el pontífice desde el enorme palco en la Cinta Costera, "no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo o vivir todos iguales haciendo y repitiendo las mismas cosas, escuchando la misma música o llevando la camiseta del mismo equipo de fútbol. No, eso no".
Francisco señaló que "la cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos".
También el papa tuvo palabras cariñosas para los jóvenes indígenas que hicieron el "caminó de América" y para los jóvenes afrodesdencientes.
El pontífice que llegó este miércoles a Panamá, animó a los jóvenes a ir adelante para renovar la Iglesia, aunque "no para crear una Iglesia paralela un poco más 'divertida' o "'cool'".
Habló del sacrificio que realizaron para poder participar en esta Jornada y les dijo: "Hoy podemos "estar de rumba, porque esta rumba comenzó hace ya mucho tiempo en cada comunidad".
Jorge Bergoglio indicó que lo que mantiene unido a estos jóvenes es el amor del Señor que "no 'patotea' ni aplasta, un amor que no margina que no se calla, un amor que no humilla ni avasalla".
Francisco deseo que lo más esperanzador que salga de esta JMJ "no sea un documento o un programa que ejecutar", sino los rostros y los corazones de estos jóvenes "llenos del Espíritu Santo para recordar y mantener vivo ese sueño que nos hermana y que estamos invitados a no dejar que se congele en el corazón del mundo: allí donde nos encontremos".
El papa argentino concluyó deseando que "Panamá hoy sea no solamente un canal que une mares, sino también canal donde el sueño de Dios siga encontrando cauces para crecer y multiplicarse e irradiarse en todos los rincones de la tierra".
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