LISBOA (EFE).- Los “hackers” no trabajan con horario de oficina ni repiten los trucos usados en su último ataque. En un mundo en constante cambio, la inteligencia artificial (IA) se presenta como la esperanza para frenar las amenazas a las que el ser humano no es capaz de llegar.
Ataques a horas intempestivas, tan rápidos que en apenas 20 segundos encriptan la mitad de los equipos de una empresa o que acceden a través de aparatos tan inesperados como una pecera han dejado obsoletos a los sistemas de defensa tradicionales.
Ante las nuevas amenazas, cada vez son más las empresas que apuestan por la IA, como es el caso de Darktrace, una de las pioneras en aprovechar la capacidad de autoaprendizaje y respuesta autónoma de esta tecnología para atajar los ciberataques más rápidos y desconocidos.
“La realidad es que, si alguien quiere entrar en tu red, lo va a hacer. Los ataques son nuevos y están cambiando continuamente, es imposible predecir cómo van a ser”, aseguró en una entrevista con Efe la directora de marketing de Darktrace, Emily Orton, que participó en la Web Summit de Lisboa.
Por ello, no basta con proteger sólo el perímetro externo de una red, es necesario encontrar un sistema defensivo que permita frenar las amenazas que han conseguido superar esas barreras antes de que el daño sea irreparable.
Esta fue la premisa que siguieron un grupo de matemáticos de Cambridge y de expertos en inteligencia gubernamental estadounidenses para diseñar el sistema de defensa de Darktrace, con sedes en Reino Unido y Estados Unidos, que en apenas cinco años ha alcanzado un valor de mercado de 1.650 millones de euros.
Su tecnología se asemeja al sistema inmunológico del ser humano: a pesar de que la piel protege de amenazas externas, hay virus y bacterias que consiguen traspasar esa barrera, por lo que es necesaria una defensa capaz de adaptarse y proteger frente a lo desconocido.
Ahí es donde entra la IA y su capacidad para aprender de manera autónoma, recoger rápidamente toda la información que dejan los “hackers” y responder en un corto espacio de tiempo, a pesar de que la amenaza fuese desconocida hasta hace unos segundos.
“Lo más prometedor de la IA es que sigue el ritmo de los ataques constantemente, porque se basa en el autoaprendizaje. Aprende por sí sola, de forma autónoma”, señaló Orton, experta en ciberseguridad, que afirma que “un ser humano no puede responder por sí solo a esos ataques”.
Muy creativos
Los “hackers” se están volviendo cada vez más creativos -”hemos visto ataques a través de una pecera, de una máquina de café y de un termostato”, cuenta Orton-, por lo que una tecnología como la IA empieza a ser imprescindible para evitar disgustos.
Poco a poco, la confianza en esta nueva tecnología está aumentando y las diferentes organizaciones son más precavidas, gracias en parte a ataques a gran escala como “WannaCry”, que en 2017 aprovechó una brecha en el sistema operativo Windows de Microsoft para llegar a 200.000 ordenadores de 150 países.
“En ese momento la gente se dio cuenta de que necesitaban sistemas mejores, más resilientes, y que deben empezar a usar herramientas como la IA y confiar en ella para que tome medidas de forma autónoma y responda”, dijo la directiva de Darktrace.
En sectores clave como el de las infraestructuras críticas -el suministro de agua, la red eléctrica o los sistemas de transporte- se pueden encontrar sistemas obsoletos que les hacen “cada vez más vulnerables a atacantes muy sofisticados con motivaciones criminales o políticas”, lamentó.
“Los ciudadanos confían en ellas. Confías en que las luces se van a encender y que vas a tener agua. Debe ser una prioridad desde el punto de vista gubernamental”, recordó Orton, que consideró que, dada la naturaleza global de los ciberataques, es necesaria una mayor cooperación internacional para hacerles frente. Paula Fernández
Ataques a horas intempestivas, tan rápidos que en apenas 20 segundos encriptan la mitad de los equipos de una empresa o que acceden a través de aparatos tan inesperados como una pecera han dejado obsoletos a los sistemas de defensa tradicionales.
Ante las nuevas amenazas, cada vez son más las empresas que apuestan por la IA, como es el caso de Darktrace, una de las pioneras en aprovechar la capacidad de autoaprendizaje y respuesta autónoma de esta tecnología para atajar los ciberataques más rápidos y desconocidos.
“La realidad es que, si alguien quiere entrar en tu red, lo va a hacer. Los ataques son nuevos y están cambiando continuamente, es imposible predecir cómo van a ser”, aseguró en una entrevista con Efe la directora de marketing de Darktrace, Emily Orton, que participó en la Web Summit de Lisboa.
Por ello, no basta con proteger sólo el perímetro externo de una red, es necesario encontrar un sistema defensivo que permita frenar las amenazas que han conseguido superar esas barreras antes de que el daño sea irreparable.
Esta fue la premisa que siguieron un grupo de matemáticos de Cambridge y de expertos en inteligencia gubernamental estadounidenses para diseñar el sistema de defensa de Darktrace, con sedes en Reino Unido y Estados Unidos, que en apenas cinco años ha alcanzado un valor de mercado de 1.650 millones de euros.
Su tecnología se asemeja al sistema inmunológico del ser humano: a pesar de que la piel protege de amenazas externas, hay virus y bacterias que consiguen traspasar esa barrera, por lo que es necesaria una defensa capaz de adaptarse y proteger frente a lo desconocido.
Ahí es donde entra la IA y su capacidad para aprender de manera autónoma, recoger rápidamente toda la información que dejan los “hackers” y responder en un corto espacio de tiempo, a pesar de que la amenaza fuese desconocida hasta hace unos segundos.
“Lo más prometedor de la IA es que sigue el ritmo de los ataques constantemente, porque se basa en el autoaprendizaje. Aprende por sí sola, de forma autónoma”, señaló Orton, experta en ciberseguridad, que afirma que “un ser humano no puede responder por sí solo a esos ataques”.
Muy creativos
Los “hackers” se están volviendo cada vez más creativos -”hemos visto ataques a través de una pecera, de una máquina de café y de un termostato”, cuenta Orton-, por lo que una tecnología como la IA empieza a ser imprescindible para evitar disgustos.
Poco a poco, la confianza en esta nueva tecnología está aumentando y las diferentes organizaciones son más precavidas, gracias en parte a ataques a gran escala como “WannaCry”, que en 2017 aprovechó una brecha en el sistema operativo Windows de Microsoft para llegar a 200.000 ordenadores de 150 países.
“En ese momento la gente se dio cuenta de que necesitaban sistemas mejores, más resilientes, y que deben empezar a usar herramientas como la IA y confiar en ella para que tome medidas de forma autónoma y responda”, dijo la directiva de Darktrace.
En sectores clave como el de las infraestructuras críticas -el suministro de agua, la red eléctrica o los sistemas de transporte- se pueden encontrar sistemas obsoletos que les hacen “cada vez más vulnerables a atacantes muy sofisticados con motivaciones criminales o políticas”, lamentó.
“Los ciudadanos confían en ellas. Confías en que las luces se van a encender y que vas a tener agua. Debe ser una prioridad desde el punto de vista gubernamental”, recordó Orton, que consideró que, dada la naturaleza global de los ciberataques, es necesaria una mayor cooperación internacional para hacerles frente. Paula Fernández
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