BOGOTÁ (AP)-. En un baño reducido, Marilú Ramírez se prepara para su segmento en un estudio de producción cepillándose su largo cabello negro y poniéndose otra capa de rímel en las pestañas, pequeños lujos en una vida que ya no transcurre tras las rejas.
Sentenciada a 27 años de cárcel por el papel que desempeñó en un atentado con coche bomba en una escuela militar, Ramírez quedó en libertad como parte del acuerdo de paz de Colombia con los rebeldes izquierdistas y ahora es conductora de un programa de debates en internet.
El programa en vivo es producido por Nueva Colombia Noticias, una cadena iniciada por exguerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que busca ofrecer una alternativa a lo que algunos ven como un panorama de medios de comunicación lleno de emisoras tradicionales cuyos contenidos carecen de objetividad.
Un año después de la firma del acuerdo, los excombatientes viven en un hotel pagado por el gobierno colombiano, enseñándose a manejar cámaras y preparándose para lanzar un noticiero diario.
Su audiencia aún es minúscula, pero esperan atraer a una gran cantidad de seguidores leales al enfocarse en historias de los sitios que mejor conocen: Partes remotas de Colombia que durante mucho tiempo fueron ignoradas tanto por las cadenas gubernamentales como por las privadas.
“Darle espacio a todas aquellas personas que por décadas han vivido en el anonimato, pero sí viviendo, de primera mano, todas las limitaciones y las negaciones que han tenido por parte del Estado”, afirmó Ramírez después de grabar su programa de debate “La Mesa Caliente”.
La historia de Nueva Colombia Noticias es de muchas maneras un microcosmos tanto de los éxitos como de los desafíos de reintegrar a los exguerrilleros en la sociedad colombiana. Al reportar desde las calles, los excombatientes están topándose cara a cara con una población renuente a aceptarlos tras cinco décadas de conflicto sangriento. Muchos colombianos también se muestran recelosos de los vínculos continuos que la cadena tiene con los exguerrilleros y del respaldo que da a su nuevo partido político.
“Aún le falta mucho para lograr una independencia y no parecer un órgano de propaganda del partido político FARC”, dijo Fabiola León, representante en Colombia del grupo activista internacional Reporteros Sin Fronteras.
En la jungla urbana de Bogotá, los periodistas en ciernes están poniendo en práctica muchas de las mismas técnicas que aprendieron mientras esquivaban bombas y balas en el campo: Procurar mantener la calma incluso cuando los personajes entrevistados comienzan a calificar a los exrebeldes como monstruos y terroristas.
“Uno siente ese rechazo”, dijo Gersson Pedraza, de 25 años, que se unió a las FARC cuando tenía 12. “Pero toca aguantarse”.
En la actualidad el canal tiene 25 reporteros en la capital de Colombia, casi todos exrebeldes que viven de los pagos mensuales del gobierno colombiano contemplados en el acuerdo de paz. Son unos 225 dólares, equivalentes al 90% del salario mínimo actual en la nación. La cadena también se apoya en la información de periodistas ubicados en algunas de las 26 zonas donde los exguerrilleros están realizando una transición a la vida civil.
Un informe reciente de Naciones Unidas calificó la reintegración de los 8.000 rebeldes que en un principio se reunieron en esas zonas de transición como la cuestión más crucial del acuerdo de paz. En la actualidad, solo el 45% continúan en los campamentos de desmovilización. Pero aunque algunos se han establecido en ciudades o han partido para vivir con familiares, existe una creciente preocupación de que otros estén uniéndose a grupos disidentes o participando en otras actividades ilegales.
“No se trata solamente de cumplir con un compromiso adquirido”, dijo Jean Arnault, representante de la ONU para el proceso de paz colombiano. “Se trata de un tema de evidente interés nacional”.
Un punto positivo fue la creación, por parte de las propias FARC, de casi dos decenas de los llamados proyectos productivos en los campamentos. Muchos se enfocan en actividades agrícolas como el cultivo de plátano y piña. Otros ayudan a los exguerrilleros a desarrollar artesanías y a promover el ecoturismo.
Los líderes de Nueva Colombia Noticias consideran que su iniciativa es uno de esos proyectos productivos.
Comenzó con la formación a exrebeldes para que trabajaran como periodistas mientras muchos seguían en los campamentos de desmovilización. Contrataron a profesionales externos, algunos de los cuales habían trabajado para importantes organizaciones noticiosas internacionales, con el fin de que impartieran cursos de meses de duración sobre habilidades básicas como la lectura, la escritura y el reporteo de noticias.
Algunos de los rebeldes ya tenían algo de experiencia en el trabajo con cámaras como corresponsales de guerra de facto, cuando grababan atentados y otros enfrentamientos con las fuerzas armadas valiéndose de las videograbadoras que les entregaban sus comandantes.
Manuel Bolívar, el director de Nueva Colombia Noticias, dijo que la cadena está enfocando su cobertura en asuntos como los movimientos sociales, la desigualdad y los derechos humanos, muchos de los temas que el partido político de las FARC ha identificado como prioritarios. Dijo que organizaciones noticiosas como la venezolana Telesur y la rusa RT, ambas patrocinadas por sus estados, son ejemplos del tipo de medio que aspiran a ser, aunque con una voz propia y distintiva.
“No le vamos a decir que nosotros somos imparciales, porque no”, afirmó. “Otra cosa muy diferente, en lo que yo siempre he insistido, es que somos lo suficientemente objetivos”.
Por su parte, Ramírez pasó 10 años en la cárcel por un delito que dice que no cometió. Gran parte de ese tiempo se conectaba al mundo escuchando las noticias en una pequeña radio portátil de baterías que aún conserva al lado de su cama.
Ahora, en su programa Ramírez habla sobre temas como el tribunal especial de paz estipulado en el acuerdo de paz, ante el cual ella tendrá que presentarse algún día. Dice también que le gustaría que generales de las fuerzas armadas, e incluso el expresidente Álvaro Uribe _ uno de los mayores críticos del acuerdo de paz _ visitaran su programa.
Pero al igual que otros exguerrilleros, su vida sigue en un cambio constante: Todas sus pertenencias están en dos maletas color rosa y desconoce dónde estará su hogar una vez que se acabe el dinero que el gobierno paga por su alojamiento.
“Todo está empacado”, afirmó. “Como pendiente en cualquier momento de viajar”.
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