LONDRES (EFE)-. La inmunización contra el virus del dengue puede funcionar al mismo tiempo para prevenir las infecciones por zika, según un estudio en ratones publicado hoy por la revista Nature Communications.
Investigadores del Instituto La Jolla para Alergias e Inmunología, en Estados Unidos, identificaron el tipo específico de linfocitos T del sistema inmune que son capaces de defender al organismo de ambos virus.
La inmunóloga Sujan Shrseta, coordinadora del trabajo, subrayó en un comunicado del centro estadounidense que el descubrimiento puede tener profundas implicaciones en los esfuerzos para fabricar una vacuna efectiva contra del zika.
“En algunas partes del mundo, el virus del zika actúa casi como una infección secundaria (una infección que comienza durante o después del tratamiento de otra). Se ha propagado por Brasil y Latinoamérica, y se mueve hacia lugares de Asia, donde la gente había contraído antes el dengue”, señaló Shresta.
El trabajo sugiere que es posible producir vacunas que “tengan como objetivo ambos virus (dengue y zika), diseñadas para inducir una respuesta efectiva de los linfocitos T y los anticuerpos para proteger a la gente de esas zonas”, según detalla su autora principal.
Cuando un patógeno ataca el organismo, el cuerpo pone en marcha dos tipos de respuesta inmune para tratar de neutralizarlo.
En primer lugar, los linfocitos B comienzan a segregar ciertas proteínas que se entrelazan con los patógenos que han penetrado en la sangre y los tejidos y contribuyen a desactivarlos.
Al mismo tiempo, se activa un segundo sistema de protección en el que linfocitos T citotóxicos identifican y eliminan las células que han resultado infectados por microorganismos.
Las vacunas más potentes logran imitar ambos mecanismos, si bien la mayoría de ellas -26 de las 28 aprobadas para uso humano-, se centran en estimular los linfocitos B, una respuesta que en la mayoría de los casos es suficiente.
Shresta y su grupo consideran que las vacunas dirigidas al mismo tiempo al segundo sistema de protección pueden proporcionar una nueva vía de ataque contra patógenos que se han mostrado intratables hasta ahora.
En su trabajo para avanzar hacia una vacuna efectiva contra el zika, los investigadores infectaron en primer lugar a ratones genéticamente vulnerables a esa familia de virus con una cepa del dengue.
Los ratones se recuperaron tras haber caído enfermos, por lo que adquirieron inmunidad contra el dengue, dado que su sistema aprendió a movilizar linfocitos B y T ante esa agresión.
Tras ese paso, los científicos comprobaron que los efectos del virus del zika en esos ratones que previamente habían contraído el dengue eran menores tanto en las células sanguíneas como en tejidos del cerebro y el hígado.
“Estos experimentos sugieren que la razón por la que algunas personas infectadas con el zika no terminan desarrollando la enfermedad se debe a que habían estado previamente expuestas al dengue”, explica Shresta.
“Eso podría explicar por qué el zika no se transmite a los hijos de todas las mujeres embarazadas en países en los que el dengue es endémico”, afirmó.
Investigadores del Instituto La Jolla para Alergias e Inmunología, en Estados Unidos, identificaron el tipo específico de linfocitos T del sistema inmune que son capaces de defender al organismo de ambos virus.
La inmunóloga Sujan Shrseta, coordinadora del trabajo, subrayó en un comunicado del centro estadounidense que el descubrimiento puede tener profundas implicaciones en los esfuerzos para fabricar una vacuna efectiva contra del zika.
“En algunas partes del mundo, el virus del zika actúa casi como una infección secundaria (una infección que comienza durante o después del tratamiento de otra). Se ha propagado por Brasil y Latinoamérica, y se mueve hacia lugares de Asia, donde la gente había contraído antes el dengue”, señaló Shresta.
El trabajo sugiere que es posible producir vacunas que “tengan como objetivo ambos virus (dengue y zika), diseñadas para inducir una respuesta efectiva de los linfocitos T y los anticuerpos para proteger a la gente de esas zonas”, según detalla su autora principal.
Cuando un patógeno ataca el organismo, el cuerpo pone en marcha dos tipos de respuesta inmune para tratar de neutralizarlo.
En primer lugar, los linfocitos B comienzan a segregar ciertas proteínas que se entrelazan con los patógenos que han penetrado en la sangre y los tejidos y contribuyen a desactivarlos.
Al mismo tiempo, se activa un segundo sistema de protección en el que linfocitos T citotóxicos identifican y eliminan las células que han resultado infectados por microorganismos.
Las vacunas más potentes logran imitar ambos mecanismos, si bien la mayoría de ellas -26 de las 28 aprobadas para uso humano-, se centran en estimular los linfocitos B, una respuesta que en la mayoría de los casos es suficiente.
Shresta y su grupo consideran que las vacunas dirigidas al mismo tiempo al segundo sistema de protección pueden proporcionar una nueva vía de ataque contra patógenos que se han mostrado intratables hasta ahora.
En su trabajo para avanzar hacia una vacuna efectiva contra el zika, los investigadores infectaron en primer lugar a ratones genéticamente vulnerables a esa familia de virus con una cepa del dengue.
Los ratones se recuperaron tras haber caído enfermos, por lo que adquirieron inmunidad contra el dengue, dado que su sistema aprendió a movilizar linfocitos B y T ante esa agresión.
Tras ese paso, los científicos comprobaron que los efectos del virus del zika en esos ratones que previamente habían contraído el dengue eran menores tanto en las células sanguíneas como en tejidos del cerebro y el hígado.
“Estos experimentos sugieren que la razón por la que algunas personas infectadas con el zika no terminan desarrollando la enfermedad se debe a que habían estado previamente expuestas al dengue”, explica Shresta.
“Eso podría explicar por qué el zika no se transmite a los hijos de todas las mujeres embarazadas en países en los que el dengue es endémico”, afirmó.
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