Santo Domingo -. La depresión no es el único trastorno de salud mental asociado al suicidio, pero sí el más común.
El suicidio, según la psicóloga Wendy Alba, “es, muchas veces, la expresión más extrema de la depresión”.
En ocasiones, las personas se quitan la vida de manera impulsiva fruto de una crisis que no saben manejar (la muerte de un ser querido, el fin de una relación, la pérdida de trabajo, las deudas...). No obstante, de acuerdo con el neuropsicólogo Alejandro Maríñez, la mayoría de los suicidas contempla la idea de la muerte o incluso la planifica.
“No siempre es un acto tan impulsivo como uno cree -dice-. Es algo que tú vienes pensando”.
Pero ¿qué pasa por la mente de una persona para que llegue a vencer un instinto tan fuerte como el de supervivencia?
¿Qué pasa por la mente del suicida?
Cada año se producen en el mundo alrededor de 800,000 suicidios. Gran parte de ellos es resultado de una depresión severa.
La persona con este trastorno mental experimenta aislamiento y falta de sentido de pertenencia.
Además, piensa que no le importa a nadie, que es una carga e incluso que los demás estarían mejor sin ella.
“Cuando sufres depresión tienes una visión distorsionada”, explica al respecto el neuropsicólogo Alejandro Maríñez.
“Una persona con depresión vive en un dolor constante”.
Sin embargo, esa visión distorsionada no basta para que un individuo atente contra su vida. Aun tengan ideaciones suicidas, no todas las personas con depresión intentan suicidarse.
“Uno de los más grandes expertos en el tema dijo que para que se intente el suicidio deben combinarse dos cosas: la razón por la que se da y una falta de miedo a la muerte o a lastimarse a sí mismo”, comenta Maríñez.
Se refiere a la teoría interpersonal del suicidio del psicólogo norteamericano Thomas Joiner, autor del libro “Why people die by suicide” (“Por qué las personas mueren por suicidio”).
En resumen, Joiner plantea que en la persona que se quita la vida se combinan tres factores: se siente aislada, se considera como una carga y ha perdido el miedo a lastimarse.
Con esa falta de miedo a la muerte no se nace; la persona la adquiere con la exposición al dolor. Por eso uno de los factores de riesgo más importantes para que una persona se quite la vida es que lo haya intentando previamente.
Exposición La psicóloga Wendy Alba, directora de Society for Family Health (SFH), opina que “no es tan fácil” describir lo que sucede en la mente de una persona depresiva para que llegue al extremo de suicidarse.
“Solamente lo sabe la persona que lo padece”, argumenta. “Y si el paciente no está bien diagnosticado, tratado y apoyado es fiel candidato para cometer suicidio”.
Se ha comprobado científicamente que la publicidad dada a los casos de suicidio eleva el riesgo de que un paciente con la misma tendencia materialice sus ideas suicidas.
“Es un factor de riesgo porque estás exponiendo a la población a naturalizar algo que es trágico y representa una importante disfunción”, afirma Alba.
Reconoce, sin embargo, que en la actualidad este factor de riesgo es muy difícil de controlar porque, debido a la proliferación de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, “todo el mundo se cree reportero”.
Por otro lado, Maríñez recuerda que cuando hay acceso a armas existe un mayor riesgo de concretar el suicidio. A las personas con trastornos de salud mental no solo debe dárseles el seguimiento apropiado; restringir que accedan a métodos de suicidio es una medida sencilla, pero efectiva de velar por sus vidas.
El suicidio, según la psicóloga Wendy Alba, “es, muchas veces, la expresión más extrema de la depresión”.
En ocasiones, las personas se quitan la vida de manera impulsiva fruto de una crisis que no saben manejar (la muerte de un ser querido, el fin de una relación, la pérdida de trabajo, las deudas...). No obstante, de acuerdo con el neuropsicólogo Alejandro Maríñez, la mayoría de los suicidas contempla la idea de la muerte o incluso la planifica.
“No siempre es un acto tan impulsivo como uno cree -dice-. Es algo que tú vienes pensando”.
Pero ¿qué pasa por la mente de una persona para que llegue a vencer un instinto tan fuerte como el de supervivencia?
¿Qué pasa por la mente del suicida?
Cada año se producen en el mundo alrededor de 800,000 suicidios. Gran parte de ellos es resultado de una depresión severa.
La persona con este trastorno mental experimenta aislamiento y falta de sentido de pertenencia.
Además, piensa que no le importa a nadie, que es una carga e incluso que los demás estarían mejor sin ella.
“Cuando sufres depresión tienes una visión distorsionada”, explica al respecto el neuropsicólogo Alejandro Maríñez.
“Una persona con depresión vive en un dolor constante”.
Sin embargo, esa visión distorsionada no basta para que un individuo atente contra su vida. Aun tengan ideaciones suicidas, no todas las personas con depresión intentan suicidarse.
“Uno de los más grandes expertos en el tema dijo que para que se intente el suicidio deben combinarse dos cosas: la razón por la que se da y una falta de miedo a la muerte o a lastimarse a sí mismo”, comenta Maríñez.
Se refiere a la teoría interpersonal del suicidio del psicólogo norteamericano Thomas Joiner, autor del libro “Why people die by suicide” (“Por qué las personas mueren por suicidio”).
En resumen, Joiner plantea que en la persona que se quita la vida se combinan tres factores: se siente aislada, se considera como una carga y ha perdido el miedo a lastimarse.
Con esa falta de miedo a la muerte no se nace; la persona la adquiere con la exposición al dolor. Por eso uno de los factores de riesgo más importantes para que una persona se quite la vida es que lo haya intentando previamente.
Exposición La psicóloga Wendy Alba, directora de Society for Family Health (SFH), opina que “no es tan fácil” describir lo que sucede en la mente de una persona depresiva para que llegue al extremo de suicidarse.
“Solamente lo sabe la persona que lo padece”, argumenta. “Y si el paciente no está bien diagnosticado, tratado y apoyado es fiel candidato para cometer suicidio”.
Se ha comprobado científicamente que la publicidad dada a los casos de suicidio eleva el riesgo de que un paciente con la misma tendencia materialice sus ideas suicidas.
“Es un factor de riesgo porque estás exponiendo a la población a naturalizar algo que es trágico y representa una importante disfunción”, afirma Alba.
Reconoce, sin embargo, que en la actualidad este factor de riesgo es muy difícil de controlar porque, debido a la proliferación de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, “todo el mundo se cree reportero”.
Por otro lado, Maríñez recuerda que cuando hay acceso a armas existe un mayor riesgo de concretar el suicidio. A las personas con trastornos de salud mental no solo debe dárseles el seguimiento apropiado; restringir que accedan a métodos de suicidio es una medida sencilla, pero efectiva de velar por sus vidas.
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