Turbo (Colombia) -. Hacinados en improvisados albergues en la localidad colombiana de Turbo unos 2.000 cubanos, hombres mujeres y niños, pasan los días esperando noticias sobre su futuro para saber si podrán seguir su viaje a Estados Unidos o si serán deportados a su país.
En Turbo, puerto sobre el Caribe en la región de Urabá, fronteriza con Panamá, la tensión se siente cuando se visita el barrio Obrero, donde está asentada la mayoría de los cubanos, pero también haitianos y africanos que desde hace más de dos meses esperan que se les permita atravesar la inhóspita selva del Darién.
Cubanos que han cruzado la frontera y llegado hasta México, de donde han sido deportados y vuelven a intentarlo, relatan que deben internarse siete días en la espesura del llamado "Tapón del Darién", con travesías de más de ocho horas diarias por caminos de herradura en el que encuentran cadáveres de personas que han perecido en la aventura.
"Esa trocha es casi imposible de pasar porque son días de sacrificio y te juegas la vida... Me ha tocado ver cadáveres a la orilla del camino, por eso le digo a muchos amigos que lo piensen, no me gustaría que nadie se quedara en esa selva", dice a Efe Alier Artile, un joven que ya lo intentó dos veces.
El paso fronterizo fue cerrado para los inmigrantes ilegales por el Gobierno panameño, con lo cual a los cubanos que siguen llegando a diario a Turbo detrás del sueño americano no les queda más que esperar envueltos en el bochorno que caracteriza a esta ciudad portuaria.
El cierre fue ordenado el pasado 9 de mayo por el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en el marco de la "Operación Escudo" para "blindar" el país frente al narcotráfico y al paso de indocumentados.
Desde entonces la mayoría de los cubanos se instaló en una bodega que convirtieron en campamento donde la abigarrada multitud espera en precarias condiciones sanitarias que se le resuelva su situación, que para las autoridades locales es ya un problema de salud pública.
"Hemos llevado a cabo atención en salud permanente y eso nos ha garantizado que no suceda nada grave, (pero) persiste la amenaza y el municipio ha tomado la decisión de organizar un plan de acción para mitigar los riesgos que implica", dijo a Efe el secretario de Gobierno de Turbo, Emelides Muñoz Meza.
Los adultos pasan buena parte del día acostados en camarotes construidos por ellos mismos, mientras que quienes disponen de un teléfono celular juegan o hablan, las mujeres cocinan y los niños saltan en los colchones o corretean por el lugar, donde la ropa de cada familia colgada para secar en cuerdas entre las camas sirve también de cortina para dar un poco de intimidad.
Como todos no cupieron en la bodega, los que van llegando se reparten por otros lugares de la ciudad donde cualquier palmo de tierra sirve de base para levantar casuchas de cartón y plástico negro.
En una de estas improvisadas viviendas, tres banderas, la de Colombia, la de Cuba y la blanca de la paz, parecen dar la bienvenida a los visitantes, pero algunos miran con desconfianza a todo el que llega por primera vez.
"No venga a hablar de deportación, vete pa' la p...", dice un pedazo de cartón escrito a mano y puesto frente a uno de los campamentos, mientras que al lado hay otro con una cruz y la frase "Dios está con nosotros".
La deportación es el fantasma de los cubanos, pues el Gobierno colombiano asegura que no puede atender su demanda de que, ante el cierre de la frontera con Panamá, se les suba en un avión y se les lleve a México porque eso es crear otro problema para un tercer país y fomentar la trata de personas.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, reiteró este lunes que la deportación es la solución porque están de manera ilegal en el país, en el que la mayoría ingresó después de una larga travesía por tierra desde Ecuador, que no exige visado a los cubanos.
"Estamos en diálogo con los inmigrantes que están aquí, en el caso particular de Turbo, para ver ellos si prefieren regresar a sus países de origen o si prefieren regresar al país de donde provienen, para irlos deportando porque están aquí ilegalmente", afirmó.
Pero los cubanos no están dispuestos a regresar a la isla y así lo manifestaron en una carta que escribieron al presidente estadounidense, Barack Obama, a la ONU y a la Organización de Estados Americanos (OEA) en la que piden que se les permita llegar "de manera segura" a Estados Unidos.
"La generalidad de los que subsistimos en estos casuchos inventados, albergues y portales de vivienda, estamos decididos a morir en estas tierras si la decisión final resulta ser la deportación", advirtieron en la misiva.
EFE
En Turbo, puerto sobre el Caribe en la región de Urabá, fronteriza con Panamá, la tensión se siente cuando se visita el barrio Obrero, donde está asentada la mayoría de los cubanos, pero también haitianos y africanos que desde hace más de dos meses esperan que se les permita atravesar la inhóspita selva del Darién.
Cubanos que han cruzado la frontera y llegado hasta México, de donde han sido deportados y vuelven a intentarlo, relatan que deben internarse siete días en la espesura del llamado "Tapón del Darién", con travesías de más de ocho horas diarias por caminos de herradura en el que encuentran cadáveres de personas que han perecido en la aventura.
"Esa trocha es casi imposible de pasar porque son días de sacrificio y te juegas la vida... Me ha tocado ver cadáveres a la orilla del camino, por eso le digo a muchos amigos que lo piensen, no me gustaría que nadie se quedara en esa selva", dice a Efe Alier Artile, un joven que ya lo intentó dos veces.
El paso fronterizo fue cerrado para los inmigrantes ilegales por el Gobierno panameño, con lo cual a los cubanos que siguen llegando a diario a Turbo detrás del sueño americano no les queda más que esperar envueltos en el bochorno que caracteriza a esta ciudad portuaria.
El cierre fue ordenado el pasado 9 de mayo por el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en el marco de la "Operación Escudo" para "blindar" el país frente al narcotráfico y al paso de indocumentados.
Desde entonces la mayoría de los cubanos se instaló en una bodega que convirtieron en campamento donde la abigarrada multitud espera en precarias condiciones sanitarias que se le resuelva su situación, que para las autoridades locales es ya un problema de salud pública.
"Hemos llevado a cabo atención en salud permanente y eso nos ha garantizado que no suceda nada grave, (pero) persiste la amenaza y el municipio ha tomado la decisión de organizar un plan de acción para mitigar los riesgos que implica", dijo a Efe el secretario de Gobierno de Turbo, Emelides Muñoz Meza.
Los adultos pasan buena parte del día acostados en camarotes construidos por ellos mismos, mientras que quienes disponen de un teléfono celular juegan o hablan, las mujeres cocinan y los niños saltan en los colchones o corretean por el lugar, donde la ropa de cada familia colgada para secar en cuerdas entre las camas sirve también de cortina para dar un poco de intimidad.
Como todos no cupieron en la bodega, los que van llegando se reparten por otros lugares de la ciudad donde cualquier palmo de tierra sirve de base para levantar casuchas de cartón y plástico negro.
En una de estas improvisadas viviendas, tres banderas, la de Colombia, la de Cuba y la blanca de la paz, parecen dar la bienvenida a los visitantes, pero algunos miran con desconfianza a todo el que llega por primera vez.
"No venga a hablar de deportación, vete pa' la p...", dice un pedazo de cartón escrito a mano y puesto frente a uno de los campamentos, mientras que al lado hay otro con una cruz y la frase "Dios está con nosotros".
La deportación es el fantasma de los cubanos, pues el Gobierno colombiano asegura que no puede atender su demanda de que, ante el cierre de la frontera con Panamá, se les suba en un avión y se les lleve a México porque eso es crear otro problema para un tercer país y fomentar la trata de personas.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, reiteró este lunes que la deportación es la solución porque están de manera ilegal en el país, en el que la mayoría ingresó después de una larga travesía por tierra desde Ecuador, que no exige visado a los cubanos.
"Estamos en diálogo con los inmigrantes que están aquí, en el caso particular de Turbo, para ver ellos si prefieren regresar a sus países de origen o si prefieren regresar al país de donde provienen, para irlos deportando porque están aquí ilegalmente", afirmó.
Pero los cubanos no están dispuestos a regresar a la isla y así lo manifestaron en una carta que escribieron al presidente estadounidense, Barack Obama, a la ONU y a la Organización de Estados Americanos (OEA) en la que piden que se les permita llegar "de manera segura" a Estados Unidos.
"La generalidad de los que subsistimos en estos casuchos inventados, albergues y portales de vivienda, estamos decididos a morir en estas tierras si la decisión final resulta ser la deportación", advirtieron en la misiva.
EFE
Una marea de cubanos entre la deportación de Colombia y el sueño americano
Reviewed by Noticias del Noroeste
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martes, agosto 02, 2016
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