El 12 de enero de 2010, un seísmo de magnitud 7,3 en la escala de
Richter sacudió a Haití, su peor terremoto en 200 años, y ocasionó más
de 200.000 muertos y 300.000 heridos.
Entonces, la frágil infraestructura para suministrar agua colapsó y
proveer a la población del recurso más básico para la supervivencia se
convirtió en un reto para el Gobierno, que trató de aliviar la
devastación con el agua de camiones.
Cinco años después, los furgones con el símbolo azul de la Dirección
General de Agua Potable (DINEPA) han salido de las calles y, en su
lugar, se yerguen pozos, tuberías o casetas con grifos, aunque el acceso
sigue siendo mejorable.
"Poca gente está conectada al sistema de suministro de agua. En Puerto
Príncipe viven 3,5 millones de personas y solo el 60.000 tiene acceso
individual", explicó a Efe Corinne Cathala de la división de Agua y
Saneamiento del Banco interamericano de Desarrollo (BID).
Esta especialista, que lleva 10 años trabajando con Haití, destaca que
tras el sismo la provisión de agua "llegó a ser completamente
inexistente" y, por ello, fue necesaria la ayuda externa de un consorcio
de tres empresas: Suez Environment, Aguas de Barcelona y United Water.
Desde 2011, estas empresas se han dedicado a ampliar el suministro de
agua, capacitar técnicamente al personal de la empresa de agua de Puerto
Príncipe y recuperar la confianza de los consumidores y los empleados
de la compañía.
"Los beneficios han sido muy grandes, ahora la gente tiene agua ocho
horas al día. Mientras que, antes del terremoto, tener agua dos veces a
la semana durante dos horas era algo que estaba bien", explica la
experta.
Pero todavía hay muchos retos, especialmente en las áreas rurales o en
algunos barrios de Puerto Príncipe, donde es difícil construir una red
de agua potable porque a los vecinos no les pertenece el terreno de
forma legal.
En esos casos, una de las mejores formas de hacer correr el agua es
establecer casetas con grifos, que gestiona un Comité de Agua,
constituido por líderes locales y por un número mínimo de mujeres, "las
que más peso soportan sobre sus hombros", según Cathala.
Estas casetas son una alternativa a los camiones privados que llevan a
los barrios y aldeas agua de dudosa calidad, que corre el peligro de
estar contaminada.
Los haitianos no olvidan la epidemia de cólera que sigue azotando al
país y que, desde octubre de 2010, se ha cobrado la vida de 8.562
personas, según datos de la Organización Panamericana de la Salud
(PAHO).
La epidemia se ha desacelerado considerablemente, como muestran los
datos de la PAHO, que apunta que durante el primer semestre de 2014 se
registraron 6.730 casos de cólera y 51 muertes, una cifra menor a los
26.000 casos del mismo periodo del año anterior.
Sin embargo, todavía hay muchos retos especialmente en los campos de
desplazados, donde viven algo menos de 80.000 personas, según cifras de
la Oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO) de la Comisión
Europea.
Allí, la falta de un suministro de agua eficaz podría desembocar en la
propagación de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera o
la epidemia de fiebre "chikungunya", que progresó en 2014, según un
boletín de la oficina de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios
(OCAH) en Haití.
Las organizaciones coinciden en que un suministro de agua eficaz no solo
es importante para prevenir las enfermedades sino para conseguir el
desarrollo de una sociedad, que emplee su tiempo en prosperar y no en
buscar agua.
Cinco años después del terremoto, el agua ayuda a combatir el cólera en Haití
Reviewed by Noticias del Noroeste
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jueves, enero 15, 2015
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