Se despidió de su mujer, tomó su bicicleta descascarillada e inició el
largo camino que separa la mezquita Al Umari, la más antigua de Gaza, de
su casa en el barrio de Zaitum, uno de los más castigados por la actual
ofensiva israelí en la franja de Gaza.
"No hemos dormido, no creo que nadie haya dormido esta noche. Mis hijos
aún lloran y mi mujer no ha querido salir en toda la noche de debajo de
la mesa. Pero Alá ha querido que sigamos vivos", explica Fadi con una
mueca de dolor bajo profundas ojeras.
"Hace diez días que no dormimos más de tres horas seguidas. Golpean y
golpean. Puede ser cualquier casa. Anoche fue mucho peor", añade con
premura antes de argumentar por qué no se ha ido, como otros, en busca
de un lugar más seguro.
"Somos todos una misma humanidad y pertenecemos a un solo Dios. Él
decide", sentencia antes de perderse por la puerta de uno de los únicos
sitios, junto al mercado central, donde este viernes había grupos de
gente.
El gobierno israelí decidió anoche ampliar su ofensiva militar en Gaza
con la fase terrestre, tan temida por la población civil como esperada
por los extremistas de ambos lados, que han presionado para imponer un
conflicto armado.
Sobre las 19:00 GMT del jueves, unidades de infantería, tanques y carros
blindados israelíes cruzaron la divisoria y se apostaron en áreas
abiertas cercanas a la frontera, desde donde bombardearon con gran
intensidad, toda la noche, barrios del norte, el este y el sur de la
Franja.
Algunos combates cuerpo a cuerpo se entablaron en el extrarradio de
barrios como Beit Janun, Beit Lahia y Zaitum, en los que murieron 14
milicianos islámicos y un soldado israelí, según cifras facilitadas por
los portavoces militares.
Zaitum y Beit Lahia, era hoy un páramo desolador, un escenario fantasmal
de tiendas cerradas y calles vacías, en el que solo se escuchaba el
hosco flamear de la banderas de Hamás y la milicia palestina Yihad
Islámica.
De cuando en cuando, algún niño cruzaba las carreteras desiertas, o una
inesperada explosión sacudía los edificios, despertaba una nube de humo y
polvo, y recordaba lo aleatoria que se ha convertido la vida en Gaza.
Un vecino del barrio de Beit Lahia, desierto y con las heridas de la
guerra aún humeantes, explicaba a Efe esta mañana el infierno que habían
soportado: durante algunas horas, el sonido de los misiles y los
morteros se repetía cada seis segundos.
Allí, anoche Israel también bombardeó con intensidad un hospital de
discapacitados en el que se habían acantonado como escudos humanos un
grupo de extranjeros.
Poco después de iniciarse la incursión terrestre fueron avisados y
tuvieron 15 minutos para escapar y mover a los enfermos, que fueron
llevados a otra clínica sin lamentar víctimas, explicó uno de ellos.
"El problema es que no sabemos cuánto va a durar. Qué van a hacer.
Cuánto podemos resistir. Por el día no comemos por el Ramadán y por la
noche no dormimos", se quejaba Raduan, un hombre que hoy buscaba algo de
carne en un casi vacío mercado.
Aunque el Ejército israelí se ha apresurado a informar de que su
objetivo es debilitar la infraestructura militar del brazo armado de
Hamás -en particular las lanzaderas de cohetes y los túneles- pero
respetar su sección política, pocos saben cómo va a desarrollar la
segunda incursión terrestre en cinco años.
Todo apunta a que en esta fase inicial, blindados e infantería se
quedarán a escasos kilómetros de la frontera, y no se arriesgarán a
entrar en las ciudades, para evitar el peligro de una guerra urbana
plagada de bajas.
Una opción que a decir de los expertos prolongaría la operación, que al
parecer todavía no contempla la alternativa de la ocupación y
permanencia del Ejército.
A Umm Aisha, una joven madre de cinco niños residente en Beit Lahia,
también le preocupa la permanencia, pero en la escuela de la ONU donde
se ha visto obligada a refugiarse tras una doble huida de los misiles.
"No tenemos ropa para cambiarnos. No tenemos comida, estamos aquí
encerrados sin poder apenas salir, sin hacer nada", explica a Efe en la
escuela de Falah a la que ha llegado sin su marido, herido en el primero
de los bombardeos.
Asustada, salió con sus hijas rumbo a la casa de su madre, en Zaitum. Un
día después, un segundo misil cayó en la vecindad, rompió los cristales
y multiplicó el miedo.
La incursión terrestre israelí multiplica el horror en Gaza
Reviewed by Noticias del Noroeste
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viernes, julio 18, 2014
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