Alcanzar el éxito es el gran sueño de todos. Llegar a ser famoso,
reconocido y aplaudido es la meta de los artistas; por eso luchan y por
lograrlo trabajan sin descanso. Sin embargo, cuando sus sueños se
convierten en realidad se dan cuenta de que la fama, que tanta felicidad
les proporciona, al mismo tiempo implica muchos sacrificios. En el caso
de Fefita la Grande, aunque siempre agradece la bendición de haberse
convertido en artista, lamenta que por más que quisiera, no puede
sentarse a compartir entre amigos una partida de dominó en alguna de las
calles de Santiago.
“A veces cuando llego a una tienda a comprar algo, la gente comienza a
llenar el lugar y el dueño del negocio me pregunta que si quiero que
cierre para que pueda comprar tranquila”. Aprecia el amor de su
público, pero confiesa que en algunos momentos quisiera pasear tranquila
por las calles, pero que desde que notan su presencia, comienzan a
acercarse y a pedir fotografiarse con ella.
“Eso me demuestra el gran amor de mi pueblo, pero eso sí, si no estoy bien arreglada, no me dejo fotografiar”.
Es ahí donde surge la pregunta: ¿ tiene dueño el corazón de Fefita?, y
entre risas la respuesta no se hace esperar: “ Tengo muchos
pretendientes, cantidad, pero ahora yo ya estoy casada con velo y corona
con mi acordeón. Ese es mi compañero de toda la vida”. Más adelante
confiesa que se dejaría robar el corazón por un hombre detallista,
caballeroso y que sepa valorarla y tratarla como mujer. Así es ella, tan
aunténtica como su música.
1. Mujer de campo
1. Mujer de campo
Nací, gracias a Dios, en una tierra muy linda que se llama Santiago
Rodríguez, en San José, orgullosamente. Ahí viví mi infancia junto a mis
padres. Es un lugar del cual me siento muy orgullosa. Mi padre, Eliseo
Cabrera, mi madre, Ana María Arias Taveras, ambos fallecidos. No me
gusta hablar mucho de ellos porque soy muy sensible, pero puedo decirte
que de ellos guardo muchos recuerdos maravillosos. Soy campesina y me
crié con un señor agricultor, amo la vida en el campo. Sin temor a
equivocarme te digo que ellos eran unas personas muy serias, honestas y
trabajadoras, me enseñaron buenos modales, me dieron una buena formación
de hogar.
2. Formación de hogar
Recuerdo que mi mamá me enseñó a cocinar, a colar café, a limpiar la
casa. Si Dios no me hubiera dado la oportunidad de ser artista, me
habría convertido en una buena ama de casa, porque me encanta, me gusta
mucho realizar las tareas del hogar y además, soy muy hogareña. En casa
siempre me preocupaba de que mi casita estuviera bonita, bien arreglada,
como le gustaba a mi mamá, y así me gusta que esté mi casa.
3. Una vida muy dura
Tuve una vida bastante difícil. Aunque la gente no lo crea tuve una
infancia dura, como la tiene la gente muy pobre de campo. Pero gracias a
Dios teníamos una familia muy unida. Mi papá era un gran músico de la
época. Él tenía un taller donde arreglaba acordeones y como tú
comprenderás nací y crecí en medio de los instrumentos musicales y como
siempre digo, los artistas no se hacen, nacen. Yo definitivamente nací
artista.
4. La artista
A los siete años, por primera vez cogí el acordeón de mi papá y
toqué y canté. Fue algo que no tiene explicación, porque en ese tiempo
ese tipo de música era solo interpretada por hombres. Pasé mucho
trabajo, muchos dolores de cabeza. Imagínate, cuando yo salí tocando
este instrumento, siendo mujer, y yo era, y aún soy, muy buenamoza, y
en ese tiempo que yo era tan jovencita...porque aunque tocaba desde
niña, cuando decidí lanzarme ya estaba más grande, ya tú sabes como
estaban los hombres.
5. La Vieja Fefa
Así me decían desde niña, después que tuve mi primera hija me
pusieron el nombre de Fefita La Grande, después me decían La Mayimba. Me
han puesto muchísimos nombres. Yo soy la merenguera típica que más
sobrenombres tiene. Gracias a Dios, hasta ahora y desde mis inicios he
sentido el cariño de la gente y eso es lo que me ha ayudado a mantenerme
durante tantos años. Pero en ese tiempo las fiestas siempre terminaban
en pleitos, con palos, cuchillos, botellas y piedras, eso era un
problema. Viví toda esa situación. Cuando se armaban esos líos a mi
había que sacarme del lugar. Eso era terrible. Gracias a Dios, ahora las
cosas son muy diferentes.
6. Una familia corta
Mi papá y mi mamá duraron 60 años de casados y solo tuvieron dos
hijas, mi hermana mayor, María Celeste, que le decimos Tatica, y yo. No
te puedo explicar porqué no tuvieron más hijos, porque en ese tiempo no
existían los métodos que existen ahora para evitar los embarazos. El
doctor le decía a mi mamá: “pero qué raro que usted nada más tuvo dos
hijas”, y ella le decía que nunca supo la razón. Ella le decía: “después
que parí a Fefita, no volví a parir más” y él decía: ‘Eso es para que
usted vea el demonio que usted parió”.
7. Mi hermana
En ese tiempo, la hermana menor tenía que respetar a la mayor, ya tú
sabes, Tatica me lleva tres años y cuando yo era chiquita ella me daba
mis pelas y me corregía. La relación entre mi hermana y yo siempre ha
sido muy hermosa. Recuerdo que mi mamá nos hacía muñecas de trapo y
nosotras nos pasábamos el día jugando con esas muñecas. A mí también me
gustaba estar con mi papá en el conuco, me gustaban las cosas que la
gente pensaba que eran solo para hombres, aunque soy muy hembra. Me
encantaba estar con mi papá cortando palos y sembrando yuca.
8. Una mujer respetada
Gracias a Dios, desde que tengo uso de razón me he valorado como
mujer. Esperé mi tiempo para todo, viví mi etapa de niña, luego, cuando
estaba preparada, me convertí en madre. Las muchachas del campo en mis
tiempos eran bastante inocentes. Yo me enteré a los 17 años de quiénes
eran los verdaderos Reyes Magos. No es como ahora que una niña a los 10
años ya es una señorita física y mentalmente. Yo sabía muy pocas cosas
de la vida.
9. El acordeón
Desde pequeña sabía que la música era lo mío. Pero solo cuando me
sentí preparada me dediqué de lleno, y hasta el sol de hoy el acordeón
es mi vida, mi novio, mi esposo para toda la vida. Me casé con el
acordeón con velo y corona y ese matrimonio es para toda la vida. Si me
quitan mi acordeón me quitan la vida. Siempre he dicho que la mejor
forma de morirme sería en un escenario, tocando y cantando mi música.
10. Un mal entendido
Todo comenzó en un salón de belleza, donde me estaban arregando el
cabello. En la televisión apareció el presidente Leonel Fernández y yo
comenté lo bien que se veía el Presidente. Ya tú sabes, de una vez lo
tomaron como no era. Lo que pasa es que si eso lo dice otra persona, no
pasaba nada, pero al decirlo yo, ya tú sabes la que se armó. No fue nada
más que eso. Yo le tengo mucho cariño y respeto al expresidente Leonel
Fernández y a su señora esposa, la vicepresidenta Margarita Cedeño de
Fernández. l
María Josefa Cabrera
Merenguera típica. Fefita La grande
Merenguera típica. Fefita La grande
(Fuente: El Caribe)
Fefita la Grande: “Quisiera un hombre caballeroso y detallista”
Reviewed by Noticias del Noroeste
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miércoles, diciembre 05, 2012
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