Después del terremoto en Haití, la mayoría de niños y niñas de esa nación que llegaron al país y deambulan por las calles pidiendo a los conductores, no son de áreas afectadas por el sismo, según un informe del Servicio Jesuitas.
El documento preliminar del Observatorio de Derechos Humanos del Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes (SJRM) indica que muchos infantes que han sido traídos a República Dominicana, están siendo sometidos a labores en contra de su voluntad.
El estudio, que cita otras organizaciones, como la Coalición ONG, indica que las procedencias son de zonas como Cabo Haitiano y Wanament, por lo cual es muy probable, que estos sean víctimas de trata.
Agrega que los niños y niñas son traídos al país para que mendiguen, trabajen como vendedores ambulantes, limpiabotas, en el servicio doméstico en casas de familias dominicanas y haitianas, como mano de obra barata en la construcción, en fincas agrícolas y ganaderas, en prostitución y en la venta de drogas en pequeñas escalas.
Las investigaciones preliminares del Observatorio de Derechos Humanos del SJRM señalan que es alarmante la situación de muchas jóvenes haitianas llevadas hacia zonas turísticas, como Puerto Plata, para ser utilizadas como acompañantes en discotecas y bares.
Según un estudio realizado por Solidarité Fwontalye en 2009, los dueños de las discotecas en cuestión pagan un monto a los “tratadores” por las jóvenes y, aún más aterrador, muchas de ellas afirmaron haber sido víctimas de abusos sexuales durante el viaje de Haití hacia República Dominicana. Esa situación se ha incrementado después del terremoto del 12 de enero de 2010.
Los datos señalan que aunque el Estado dominicano ha habilitado puestos de chequeo cada diez kilómetros a lo largo de toda la frontera y de que el Estado haitiano dispone de otros cuatro puntos, estos delitos son muy frecuentes.
“La desesperación y el trauma generado por el sismo del 12 de enero en Haití se sumaron a la ya existente vulnerabilidad de la población haitiana y al provecho de las redes que trafican con personas establecidas en ambos lados de la frontera”, afirma.
Dice que de acuerdo a un informe elaborado por las Hermanas Juanistas de Wanament, a partir de febrero 2010 hasta la fecha, atendieron 67 casos de personas traficadas: 55 menores, ocho mujeres y cuatro hombres. Según reportan, la policía haitiana dio a conocer que en esos momentos se vendían infantes por RD$20 mil para adopción y RD$2 millones para órganos.
Casos en la frontera
Entre las causas de tráfico, especialmente de niños y niñas, las Hermanas Juanistas de Wanament resaltan la tendencia de los padres y madres haitianos que viven en República Dominicana, a confiar en los buscones para traer a sus infantes.
Por señalar un ejemplo, tan sólo en Wanament se registraron 200 niños desplazados que viajaron con los buscones en grupos de 10 a 25; en el camino aguantan hambre y abusos y en muchos casos su destino en la República Dominicana es ser utilizados para pedir dinero en las calles.
El informe señala que las autoridades, cómplices en muchos casos de la trata y el tráfico de personas, son las llamadas a responder por ellos y a eliminar estas acciones en ambos lados de la frontera.
En esta misma línea, las organizaciones de defensa de los derechos humanos cumplen con el deber moral de establecer alianzas estratégicas con las autoridades para el monitoreo de las actividades relacionadas con el problema.
Recomienda, que una forma de hacer frente a la trata es exigir desde la sociedad civil que se apliquen políticas que promuevan la integración social, y que los compromisos vayan más allá de las palabras.
Acciones son distintas, pero ilegales
La trata de personas es cuando seres humanos son sometidos a trabajos y labores diversas en contra de su voluntad, mientras que el tráfico de personas se refiere al traslado de un país a otro en forma ilegal. Estados Unidos ha emitido informes que cuestionan la trata y el tráfico de personas en República Dominicana.
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